PROYECTOS

CASA OJALÁ. BEATRICE BONZANIGO, RYAN NESBITT

Beatrice Bozanigo con Ryan Nesbitt diseñan una suite que ofrece una inmersión completa en el paisaje de la Toscana. Sus sistemas mecánicos permiten reconfigurar los espacios y controlar la privacidad.

CASA OJALÁ, ©Casa Ojalá srl. Autor:: BEATRICE BONZANIGO, RYAN NESBITT. Cliente: ROSEWOOD CASTIGLION DEL BOSCO. Constructora: RG2 ALLESTIMENTI. Localización: MONTALCINO, ITALIA. Realización: 2021. Fotografía: : LUCA MISEROCCHI. Precio: C.P.V.

El hotel de lujo Rosewood Castiglion del Bosco, a 12 km de la localidad toscana de Montalcino, ha incorporado la suite Casa Ojalá entre su oferta de espacios exclusivos. Se trata de un proyecto de la start up del mismo nombre, fundada en 2019 por la arquitecta italiana Beatrice Bonzanigo y el ingeniero americano Ryan Nesbitt, dos jóvenes emprendedores que decidieron desarrollar su diseño a gran escala tras el éxito de su presentación en la Milan Design Week de 2019.
Concebida como un alojamiento autónomo, la primera unidad de Casa Ojalá se sitúa de la finca de viñedos que conforma el hotel propiedad de Massimo y Chiara Ferragamo, y materializa un nuevo concepto de hospitalidad en medio de la naturaleza, libre de tecnología pero con todo lujo de comodidades.
La estructura, de 10 T, es una construcción cilíndrica de madera de caoba, autoportante y elevada sobre el terreno mediante una plataforma de 6,20 m de diámetro a la que se accede por una ligera escalerilla metálica. Su funcionamiento es el de una máquina de ingeniería en cuyo interior mecanismos manuales de cuerdas, poleas y manivelas, inspirados en la ingeniería náutica, enrollan las flexibles paredes exteriores alrededor de un cilindro de madera de okume. Según su diseñadores y promotores, se pueden crear más de 1000 configuraciones distintas utilizando los sistemas mecánicos de los que está dotada. Con engranajes y cabrestantes al estilo de Leonardo da Vinci, las particiones interiores se deslizan sobre guías, mientras que las camas y el inodoro desaparecen dentro de las trampillas, y los muebles empotrados, al ras del suelo de caoba, se levantan suavemente, dejando al descubierto dos camas, una doble y otra sencilla, además de espacio de almacenaje. Incluso la tapa del fregadero se convierte en un espejo que se puede colgar para dar servicio a la zona de tocador.