Un edificio es más que un edificio. Más allá de lo construido, un edificio es también el complejo de relaciones, no sólo visuales, que establece con su entorno. A pesar de todos nuestros esfuerzos, resulta imposible que la arquitectura no transforme la naturaleza, que no intervenga en el paisaje en que se introduce. La postura ética en el diálogo de la arquitectura con la naturaleza va mucho más allá de lo que habitualmente llamamos sostenible. Implica multitud de decisiones de proyecto encaminadas a conseguir que lo construido se haga parte de lo natural. Una arquitectura que, sin renunciar a convertirse en universal y atemporal, responda al lugar y se incorpora a sus procesos.